Dr. Benjamín García 

Se dice que la Economía mundial parece haber comenzado el camino a la desglobalización. Es decir, un proceso de disminución de la interdependencia e integración expresado en la conformación de cadenas de producción globales, que hoy se ven afectadas o interrumpidas, afectando no solo el nivel del comercio internacional, sino de la actividad económica y el precio de las principales materias primas.

El proteccionismo y la imposición de sanciones económicas y restricciones al comercio y a los flujos de inversión internacional desde el mundo desarrollado, se ve agravado, por la congelación de activos de reserva internacional en Bancos centrales de los países de Occidente contra aquellos a quienes consideran actúan contrario a sus intereses.

La interdependencia tomará otra forma. Esto tiene que ver con la conformación de bloques regionales asociados al cambio en los patrones de comercio y flujos de inversión internacional. Relocalizar las plantas de producción, no solo dependerá de intereses políticos, sino de los intereses económicos de las empresas multinacionales y de la disponibilidad de infraestructura de los países (energía, transporte, servicios y disponibilidad de recursos) hacia donde se pueden dirigir.

Los grandes centros del desarrollo y el crecimiento económico mundial son quienes, en virtud de su poder político y económico, buscarán reducir su dependencia o interdependencia en los flujos de comercio, de inversión productiva y de los flujos financieros en los mercados de capitales globales.

La regionalización y relocalización de los centros de desarrollo tendrá, sin duda, un impacto en el mundo en desarrollo y deberá ser gestionada, más en términos de asegurar su desarrollo y evitar la forma entreguista y subordinada que ha tomado y que termina favoreciendo solo a algunas empresas nacionales y a políticos corruptos.

                La forma en que los países en desarrollo (o del mundo subdesarrollado) se integraron el proceso de globalización, crearon fuertes lazos de dependencia y enormes desigualdades regionales y de la distribución del ingreso y la riqueza en sus países.

Lo anterior podría cambiar con la regulación y gestión adecuada, dando prioridad a los intereses nacionales para lograr crecimiento sostenible, evitando las exenciones fiscales y legislación laxa del manejo y explotación de los recursos de nuestras naciones por parte de empresas multinacionales, es decir, se requiere reconsiderar la base de la actual forma de negociación e integración. Estos temas deberán estar en el centro de la discusión de esta nueva fase de integración mundial, sin filias ni fobias e intereses mezquinos.